La Operación
Barbarroja (en alemán: Unternehmen Barbarossa),
emprendida el 22 de junio de 1941,
fue el nombre en clave dado por Adolf Hitler al plan de invasión de la Unión Soviética por parte de las Fuerzas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. Esta operación
abrió el Frente Oriental, que se
convirtió en el teatro de una de las operaciones más grandes de la guerra,
escenario de las batallas más grandes y brutales del conflicto en Europa. El nombre de la operación es
un homenaje a Federico I
Barbarroja cuyo nombre está unido
al nacionalismo alemán del siglo
XIX.
La Operación
Barbarroja significó un duro golpe para las desprevenidas fuerzas soviéticas,
que sufrieron fuertes bajas y perdieron grandes extensiones de territorio en
poco tiempo. No obstante, la llegada del invierno
ruso acabó con los planes
alemanes de terminar la invasión en 1941. Durante el invierno, el Ejército Rojo contraatacó y anuló las esperanzas de
Hitler de ganar la batalla de
Moscú. La operación acabó el 5 de diciembre de 1941 con la retirada del
ejército alemán.
Tanto Stalin como Hitler
eran conscientes que, pese al Pacto de no agresión germano-soviético firmado en
agosto de 1939, el enfrentamiento entre ambas dictaduras era inevitable.
Stalin pensaba que Hitler no atacaría a la
URSS hasta que no hubiera conquistado Francia y Gran Bretaña. La rápida derrota
francesa hizo que Stalin enviara a Molotov a Berlín para emprender más
negociaciones y tratar de evitar el ataque alemán. Sin embargo, Hitler había
decidido ya la invasión, que, en un principio, se planeó iniciar el 15 de mayo
de 1941.
Stalin recibió información de los planes
alemanes por diversas fuentes. Espías soviéticos (la célebre red de espías
conocida como la "Orquesta Roja") y el propio Churchill le alertaron
de la inminente invasión. Stalin, en un acto de gran estupidez, pensó que el
líder británico trataba de enfrentarle con Hitler y no atendió a los múltiples
requerimientos de preparase para el ataque. Sólo reaccionó cuando el 21 de
junio de 1941 las tropas alemanas atravesaron la frontera soviética.
Ese día, tres millones de hombres y 3400
tanques avanzaron organizados en tres ejércitos: el grupo norte hacia
Leningrado, el central hacia Moscú, el sur hacia Ucrania. Los éxitos alemanes
fueron fulgurantes llegando en otoño a las afueras de Leningrado y Moscú. Las
tropas soviéticas adoptaran en su retirada la táctica de "tierra
quemada" no había que dejar nada que pudiera ser utilizado por el invasor.
Sin embargo, los alemanes fracasaron en su
intento de conquistar un Moscú del que se habían evacuado más de dos millones
de civiles. El contraataque soviético rechazó e hizo retroceder a las tropas
alemanas. Por primera vez, la guerra relámpago había fracasado. La victoriosa
defensa de Moscú dio moral a las tropas soviéticas y a todos los que luchaban
contra Hitler.
Las tácticas de guerra fueron desde un
principio brutales. La criminal represión nazi fomentó la resistencia a
ultranza del pueblo y el ejército soviético. Por otro lado, la ejecución
sumaria del general soviético Pavlov y dos de sus colaboradores por haber
permitido la ocupación de Minsk en seis días, hizo ver a los oficiales
soviéticos que era mejor luchar hasta la muerte que rendirse.
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