La batalla de
los Campos Cataláunicos (también
llamada batalla de Châlons o batalla
de Locus Mauriacus)
enfrentó en el año 451 a una coalición romana encabezada por el general Flavio Aecio y el rey visigodo Teodorico I contra la alianza de los hunos comandada por su rey Atila. Esta batalla fue la última
operación a gran escala en el Imperio
romano de Occidente y la cumbre
de la carrera de Aecio.
El lugar donde
tuvo lugar la batalla fue en algún descampado en la margen izquierda del río Marne, cerca de la ciudad de Châlons-en-Champagne, en el Norte francés, aunque se desconoce la
ubicación exacta.
El nombre de Atila había llegado a todos los rincones de Europa. Algunos pueblos bárbaros
enviaban emisarios con propuestas de alianza, mientras otros buscaban apoyo en
el decadente Imperio romano de Occidente. La cristiandad se había extendido por
gran parte del continente; tanto el Imperio
romano de Oriente como el de
Occidente, habían abandonado sus antiguos cultos, al igual que diversos pueblos
bárbaros que se habían romanizado y abrazado el cristianismo.
Las noticias
de los saqueos y la destrucción que había sufrido el Imperio de Oriente a manos
de Atila habían llegado a Occidente. Existía el temor a que los hunos se
dirigieran al Imperio de Occidente. No obstante, el emperador de Occidente, Valentiniano III, había entablado
negociaciones con Atila para destruir entre ambos el Reino visigodo de Tolosa, en la Galia.
Precisamente,
esos mismos visigodos eran los que décadas atrás se habían visto obligados a
cruzar el Danubio por culpa de la presión huna, habían
derrotado a los romanos en Adrianópolis, habían vagado durante años asolando
los Balcanes, habían saqueado
Roma en el 410, y ahora ocupaban parte de la Galia.
El emperador trataba por tanto de aliarse con los hunos antes de que los
visigodos supusieran una amenaza para el imperio.
Aunque las
supuestas intenciones de Atila eran las de ayudar a los romanos y de expulsar a
los visigodos de la Galia, las auténticas eran apoderarse de los territorios
del Imperio de Occidente. Cuando
sus huestes se pusieron en marcha hacia la Galia, Aecio hizo gala de su
habilidad diplomática consiguiendo una alianza con los visigodos, sus antiguos
enemigos, para luchar conjuntamente contra Atila. Mientras tanto, los hunos
habían llegado al norte de la Galia y habían comenzado a saquearla. Ciudades
como Metz, Reims o Amiens fueron devastadas, y un ejército
confederado de romanos, visigodos y un pequeño número de francos, alanos y
otros pueblos emprendió camino al norte, dispuesto a enfrentarse a Atila.
El Imperio
romano era entonces una sombra de lo que había sido. Corrupto y ajado tras
siglos de existencia, agonizaba ante avalanchas de invasores que no podía
frenar. Sin embargo, el general Flavio
Aecio hizo frente a los ejércitos
hunos.
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