El
27 de agosto del 479 a.C., en el contexto de la guerra entre las ciudades
griegas y el Imperio Persa, se produce la decisiva y enorme batalla de Platea
que será junto a la batalla de Micala el mismo día, el triunfo final de Atenas
y Esparta sobre el invasor persa. Para entender la batalla hay que
contextualizarla: en el 480 los persas habían comenzado su doble travesía por
el mar y por tierra. En el mar habían obtenido un triunfo a medias en cabo
Artemisio, mientras en tierra habían aplastado al ejército espartano de
Leónidas lo que les liberó el camino para acceder a Atenas y saquearla. Sin
embargo, pocas semanas más tarde los aliados griegos obtuvieron una
espectacular e inesperada victoria en Salamina que detuvo el avance persa por
mar y forzó a Jerjes a abandonar la campaña dejando a otros mandos en la
campaña que continuaría por tierra.
El tiempo transcurrió y se desarrolló una “falsa paz” que se prolongó por varios meses, donde casi toda la parte continental de Grecia permaneció bajo dominio persa y los aliados concentraron sus hombres en la península del Peloponeso. Tras reunir un considerable ejército, los aliados griegos consideraron que era el momento para presentar batalla contra los persas. En punto elegido fue la pequeña localidad de Platea, donde existían unas importantes llanuras que serían perfectas para acumular unos 40.000 atenienses, corintos y espartanos frente a una coalición de 120.000 persas liderados por Mardonio. La batalla se prestó a comenzar por la mañana con un avance griego intentando forzar el error persa al atraerlos a una emboscada.
El tiempo transcurrió y se desarrolló una “falsa paz” que se prolongó por varios meses, donde casi toda la parte continental de Grecia permaneció bajo dominio persa y los aliados concentraron sus hombres en la península del Peloponeso. Tras reunir un considerable ejército, los aliados griegos consideraron que era el momento para presentar batalla contra los persas. En punto elegido fue la pequeña localidad de Platea, donde existían unas importantes llanuras que serían perfectas para acumular unos 40.000 atenienses, corintos y espartanos frente a una coalición de 120.000 persas liderados por Mardonio. La batalla se prestó a comenzar por la mañana con un avance griego intentando forzar el error persa al atraerlos a una emboscada.
Después de varias magnificas estrategias de los espartanos en conjunto con los atenienses, logran que una gran parte del ejército persa se vea arrastrado hacia el centro de su formación donde se habían colocado los corintios que eran los soldados más débiles y casi como una premonición de lo que pasaría en Cannas dos siglos después, los persas cayeron en la trampa de seguir el medio siendo cercados por los griegos por el Este y los espartanos por el Oeste. De esta forma, la gran estrategia de Pausanias permitió que el ejército persa fuera atrapado y masacrado sin piedad por los griegos. El propio Mardonio fue asesinado en la batalla, siendo un triunfo vital para el mundo griego poniendo en fuga a los persas que escaparon hacia el norte.
El mismo día, los griegos habían planificado un ataque en la localidad de Micala, Asia Menor; que fue un éxito por la superioridad naval griega una vez más que llevó a la destrucción de la flota persa y las defensas en Micala por lo que los sobrevivientes se dieron a la fuga desesperados, dando un vital triunfo a los griegos nuevamente. El doble triunfo de Micala y Platea el mismo día, en mar y tierra terminó definitivamente con la invasión persa de Grecia y salvo al menos en parte, a la cultura helenística.
No hay comentarios:
Publicar un comentario